Buñuelos de viento


Los buñuelos de viento es un dulce típico del Día de todos Los Santos (1 de noviembre) que resulta difícil de encontrar en las pastelerías fuera de esa fecha. 
Son un poco laboriosoS de preparar en casa pero el resultado, sin duda, merece la pena. Con esta receta, que no lleva levadura, conseguirás unos buñuelos suaves y totalmente esponjosos y huecos para poder rellenar.
La clave está en trabajar bien la masa, incorporando con cuidado los huevos de uno en uno y principalmente en la temperatura del aceite a la hora de freírlos.
Para el relleno, se puede elegir nata montada, crema pastelera o, incluso, una crema de chocolate.
Con las cantidades de la receta salen aproximadamente unos 50-60 buñuelos pero dependerá del tamaño.

Ingredientes:
  • 125 ml de leche entera
  • 125 ml de agua
  • 110 gr mantequilla a temperatura ambiente
  • 140 gr harina
  • 5 huevos medianos
  • Una cucharadita de sal
  • Una cucharadita de azúcar
  • Aceite girasol para freír

Poner en una cazuela al fuego la leche, el agua, la mantequilla, la sal y el azúcar. Dejar hasta que hierva. Mientras tanto, tamizar la harina. Cuando hierva, apartar del fuego y volcar la harina de golpe, removiendo rápidamente con una cuchara de madera hasta que la harina se integre bien en la leche. Volver a poner al fuego un minuto hasta que la masa se despegue de las paredes de la cazuela (así nos aseguramos de eliminar de la masa todo el líquido sobrante).

Retirar la cazuela del fuego y dejar enfriar.

Cuando la masa esté fría es el momento de incorporar los huevos. Este paso hay que hacerlo con cuidado, añadiendo los huevos uno a uno, removiendo con la cuchara de madera con fuerza mezclando hasta su total integración en la masa. No añadir un huevo hasta que el anterior está totalmente integrado. El resultado final tiene que ser una masa muy lisa y brillante.


Es el momento de empezar a freírlos.
Poner en una sartén abundante aceite al fuego (un truco es poner una cáscara de limón mientras que se calienta para quitar el sabor a aceite, pero es opcional y no influye en el resultado final); debe ser abundante para que los buñuelos floten y no toquen el fondo.

Cuando esté bien caliente, ir echando bolitas de masa ayudándote con dos cucharitas (mejor pequeñas porque los buñuelos crecen bastante y así mantendrán una bonita forma redonda). No echar muchas bolitas porque bajaría la temperatura del aceite. En una sartén mediana-pequeña yo echo de 5 en 5.

La clave es la temperatura del aceite. Si está muy baja los buñuelos se hunden y quedan aplastados; si, por el contrario, es muy alta se doran demasiado y no da tiempo a que se inflen y se hagan por dentro. Si sirve de orientación, en mi vitrocerámica, una vez caliente el aceite mantengo la temperatura al número 5 (de 9); sin perjuicio de que en alguna ocasión hay que ajustarla y subir o bajar en función de la fritura.

Normalmente, cuando echas una bolita de masa, al cabo de unos segundos verás cómo empieza a crecer y a formarse una bolita redonda y que se va dando la vuelta ella sola, pero si ves que alguno no se da la vuelta, puedes ayudarle con una espátula. Sacar cuando estén dorados y hechos por dentro (si no se desinflarían al enfriar) e ir poniendo en una fuente con papel absorbente para retirar el exceso de aceite. 

Hay veces que los buñuelos se abren y se deforman. No pasa nada pero la forma no será tan bonita. Normalmente pasa cuando son demasiado grandes o la temperatura no es la adecuada. 

Cuando estén fríos, hacer un pequeño corte en cada buñuelo y rellenar con la ayuda de una manga pastelera con nata montada (en este caso, espolvorea después con azúcar glas) o con crema pastelera y están listos para comer!!



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